Cuando el veneno se extiende
Una brisa fresca,
entra por mi ventana,
haciendo que se sequen el resto que
dejaron mis lágrimas.
Respiro hondo
y siento el latido de mi corazón,
que suena como el compás de una
canción.
De repente,
los pensamientos empiezan a aparecer en
mi cabeza,
dejando así salir a las bestias,
que me encantaría matar,
sin necesidad de violencia.
Notó como si en mi mente
un veneno me enloquece,
me arde lentamente,
como si quisiera matarme.
Mis gritos llegaban al cielo
y ni siquiera Dios me ayudó.
¿Por qué yo Dios mío?
¿Por qué no encuentro la solución?
Pero pronto observo el tic tac del
reloj
y me doy cuenta
que es tarde para un cambio.
O eso creía yo.
De Selegna, para que os deis cuenta que
el sufrimiento puede convertirse en versos y que no sois los únicos
que tenéis días oscuros y tristes, demos gracias a la existencias
de estos puesto que ellos son los que nos hacen valorar esos momentos
en los que la felicidad es la protagonista.
