Las apariencias engañan
Olía a humedad, olía a soledad. Olía a miedo. El chico me guiaba por los pasillos de aquel deshabitado lugar. << ¡Papá!... ¡Papá!>> la voz de un niño se escuchaba tras una puerta.
-Hola, ¿me oyes?-le grité pero no contestaba solo seguía repitiendo lo que desde fuera se oía, lo que escuché en mis sueños.
-Esteban, necesito abrir la puerta, ese niño no puede quedarse ahí.-Él forcejeó la puerta y en breve pudo abrirla. Entramos sofocados. Al estar dentro la puerta se cerró tras nuestra, y pudimos ver los cadáveres de mis familiares colgando del techo. Me di la vuelta para salir de aquel lugar, pero por este lado de la puerta no había picaporte.
-Nos hemos quedado encerrados para siempre.-dije angustiada.
-Creo que te equivocas preciosa.-me respondió Esteban mientras traspasaba la puerta. Y en breve la soga colgaba de mi cuello. Al día siguiente, un chico que jugueteaba encontró una mujer ahorcada al amanecer.